Cuando los síntomas físicos no son un fallo moral

Leer en inglés: When a Physical Symptom Is Not a Moral Failure

Algunos tipos de dolor son invisibles. No aparecen en análisis. No encajan en códigos de diagnóstico. Pero son reales—y pueden apoderarse de la vida de una persona.

Ante la ausencia de un diagnóstico claro, a menudo se asignan explicaciones emocionales en su lugar. Tal vez es tu duelo. Tal vez es enojo reprimido. Tal vez no estás sintiendo lo suficiente. Estas explicaciones pueden parecer reconfortantes al principio—ofrecen una historia. Dan la ilusión de claridad y control. Pero a menudo, esa claridad es falsa.

La necesidad de respuestas, especialmente después del trauma, es instintiva. El sistema nervioso busca explicación hacia resolución. El ego quiere un porqué. Pero en la búsqueda de consuelo, seguridad y simplicidad, muchas personas caen en el pensamiento mágico—aceptando explicaciones emocionales imposibles de verificar. Terminan repitiendo la lógica de la espiritualidad performativa: Estás sufriendo porque no quieres sentir. O peor, estás eligiendo esto.

Eso no es comprensión. Es evasión.

Estas narrativas simplifican la condición humana y benefician a quien las ofrece—no a quien las recibe. Aquí prospera el narcisismo espiritual: en el poder de saber exactamente qué le pasa al otro, sin complejidad, sin historia, sin consentimiento.

La verdad es que “tú creaste tu realidad” no es una verdad espiritual—es una defensa contra la incertidumbre. Somos seres que crean significado, y buscamos historias cuando nos sentimos impotentes. Pero que una historia empodere no significa que sea cierta.

El cuerpo funciona en sistemas. Es dinámico, complejo y muchas veces opaco. El dolor, la enfermedad, el estrés—son reales, y no siempre son reflejo de una emoción no procesada. La idea de que puedes simplemente “sentir” tu salida de un síntoma es una fantasía seductora. Y aunque puede sentirse bien en el momento, el eco que deja en tu alma—la duda, la vergüenza, el colapso—no vale la mentira.

En NIDO OPS no comerciamos con certezas falsas. Respetamos el misterio. Sostenemos la posibilidad de múltiples causas. Y confiamos en que honrar tu experiencia vivida—sin culpas ni atajos—es la base desde donde puede emerger una verdadera sanación.

Porque el cuerpo no es una prueba. Y el dolor no es un fallo moral.